- Si la convivencia se está volviendo cada vez más insoportable y cualquier cosa es motivo de discusión con tu pareja, quizás os convenga ir a terapia juntos. Unas cuantas sesiones podrían ser suficientes para que os comuniquéis mejor y para ayudaros a resolver conflictos. El día a día cada vez puede hacerse más complicado y los problemas se enquistan.
- Discusiones constantes: Parejas “ruidosas”, con un alta expresividad emocional, que discuten y están constantemente enfadándose (por el motivo que sea: hijos, familiares, sexo, dinero, y a veces sin motivo aparente) y que notan como progresivamente se va deteriorando su relación.
- Ninguna discusión: “la calma tensa”: Relaciones en las que los conflictos no se explicitan, no se airean. Las buenas maneras y la educación pueden mantenerse en todo momento, pero la corriente de tensión y malestar subyace con tanta o más fuerza que si estuvieran discutiendo a voces.
- Sentir el camino hacia el desamor: hemos descrito la vida de la pareja como un largo camino ligeramente inclinado hacia los lados, que si corregimos regularmente nos puede separar, casi sin darnos cuenta. A veces llega un momento en el que sin necesidad de grandes conflictos o dificultades, nos hallamos ya muy lejos el uno del otro…
- Dificultades en un cambio de ciclo vital: El inicio de la convivencia, el nacimiento de un hijo, el “destete” de los padres, la jubilación… en ocasiones no conseguimos adaptarnos a una nueva situación y la dinámica de la relación se ve trastocada. Podemos necesitar una intervención profesional en un momento dado que nos facilite la transición a la siguiente etapa.
- Infidelidad: Es otro de los motivos más frecuentes para consultar a los terapeutas de pareja. Es una situación muy dolorosa para la pareja y pocas son las que la pueden superar con cierto éxito. No vamos a decir que sea imprescindible consultar ante una circunstancia como ésta, pero en la mayor parte de casos es muy difícil de gestionar por la pareja sola y demanda una guía externa que les sirva de ayuda.